“La Comunidad laical, ¿Signo de qué?”
La primera misión de los laicos es santificar las
actividades y/o espacios normales, cotidianos u ordinarios. Sin embargo, por siglos no ha sido ese el
modelo de misión y santidad que la Iglesia y la sociedad han especialmente
valorado.
¿Cuáles criterios de santidad nos sirven hoy? En otras palabras, ¿cómo podemos saber si los
laicos, sea como individuos o como miembros de asociaciones o movimientos
laicales, somos buenos cristianos?
Para “evaluar” la calidad de cristianismo de los laicos
tenemos que considerar cómo viven sus actividades cotidianas en la familia, los
estudios, las relaciones sociales, el trabajo, entre otros espacios. La pregunta concreta sería la siguiente: ¿dan
los laicos un testimonio de amor en su mundo o entorno inmediato?
Ante un mundo lleno de activismo, incoherencia de vida,
falta de comprensión, explotación de los humildes por parte de los poderosos…
urge implantar una sociedad de amor, una nueva humanidad que le enseñe a los
que nos deben de enseñar. La comunidad es signo de unidad, de igualdad, y sobre
todo, de respeto.
Este mes de octubre, dedicado a los laicos, reflejemos al
mundo lo que somos, y que Jesús nuestro Señor elogió con estas hermosas
palabras: “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo” (Mateo 5, 13ss).
En efecto, somos la sal que le da buen sabor a la vida, aunque ésta nos presente
un sabor amargo y soso; somos la luz que ilumina las tinieblas de la
injusticia.
¡¡¡Estimados lectores, hagamos de nuestra vida un auténtico
testimonio de fe, esperanza y caridad. Cristo, nuestro Modelo laical por
excelencia, está de nuestra parte!!!