viernes, 23 de noviembre de 2012

Dar la vida por amor


El martirio: expresión de amor

El martirio no es desprecio de la vida, todo lo contrario, es abrazar la vida verdadera. A propósito de la memoria de hoy, en el que la Iglesia mexicana celebra el martirio del beato Miguel Agustín Pro, sacerdote católico, quisiera hacer hincapié en este acto sobrenatural de dar la vida por amor.

El hombre, por naturaleza, procura la “sobrevivencia”, es decir, busca salvar su vida; esto significa defender su propia existencia por encima de cualquier otro bien.

Ahora bien, para el hombre de fe, el valor supremo de la vida, pasa a segundo término cuando Cristo es el centro de su vida. ¿Qué significa esto? ¿Menosprecio de la vida? ¿Qué clase de Dios suscita a que los hombres abracen la muerte? Son algunas de las preguntas que suelen decir las personas de hoy. A lo que les respondo: La fe le da sentido al sin-sentido de la vida; quien cree en Jesús, entiende sus palabras “Quien pierda su vida por Mí, la salvará” (Mateo 10, 39).  Dios no obliga a dar la vida por Él. Los innumerables hombres y mujeres que han dado su vida por Cristo lo han hecho en libertad. Todas estas personas que han muerto por Él son la evidencia de que existe la correspondencia en el amor: “Si Él ha dado su vida por mí, yo he de dar mi vida por Él en cada momento de mi existencia”, o en palabras de San Pablo: “Y la vida que vivo ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2, 20). Entonces, el martirio no es menosprecio de la vida, sino todo lo contrario, significa abrazar la verdadera vida, significa que se ha entendido el profundo sentido de nuestra existencia, que consiste en vivir como hijos e hijas de Dios y anhelar estar con Él, confiando en la promesa de Cristo: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas, y Yo me adelanto para prepararles un lugar” (Juan 14, 2). 


La sangre de los mártires es semilla para que otros cristianos tengan la valentía de testimoniar a Cristo, aun a costa de perder la vida. Nuestra Iglesia católica ha sufrido terribles persecuciones, pero en cada doloroso tránsito de su historia, nos ha dado ejemplos de vida en sus mártires, y no sólo eso, sino que ahora, ellos y ellas interceden por nosotros, para que también tengamos esa valentía de ser testigos del amor de Dios en lo cotidiano de la vida. Miguel Agustín Pro, José Sánchez del Río, Anacleto González, son algunos de los valientes cristeros que hicieron vida el Evangelio, y con su sangre derramada por Cristo, nuestra Iglesia de México ahora se fortalece en la fe. Te invito a que le abras el corazón a Jesús: Él y sólo Él, puede ayudarte y ayudarnos a ver la vida como don de Dios para compartir con los demás.
¡VIVA CRISTO REY!

viernes, 9 de noviembre de 2012

¿En qué creen hoy?

¿En qué creen los jóvenes de hoy? Inversión de la jerarquía de valores

Hace unos años atrás, era "raro" escuchar a un joven levantar la voz hacia sus padres... o no hacer lo que ellos les pedían... 

En tiempos pasados, no era común ver a tantos jóvenes "vagos", andando en las calles, sin metas concretas en la vida...

"Los tiempos han cambiado", dicen muchos. Es verdad. Pero el problema es afirmar que los tiempos son para bien. Hace unos días, el arzobispo de Yucatán, en su visita pastoral a Ticul, comentó: "Ayer fue bueno, hoy es mejor, y mañana será muchísimo mejor"; y tiene toda la razón. El arzobispo se refería a una vida donde Dios es Quien rige la vida. Pero la visión subjetiva de la vida, hace que muchos tengan una visión libertina de ella misma...

Miren a su alrededor y verán que muchos jóvenes ya no degustan una sana conversación... ni a nivel familiar (considero que es el más grave de las omisiones), ni con sus compañeros (ya que muchas veces el tema o los temas son demasiado "tontos", pues solo se saben quejar de "lo anticuado" que son los "viejos"), ni en la escuela, ni en ninguna parte...

Antes, había un respeto supremo hacia la familia. Hoy, los papás son vistos como "estorbos" para muchos chavos y chavas... 

El sagrado orden de una vida sana y signo de la madurez humana es tener la siguiente jerarquía de valores:
1. Dios (Quien rige toda nuestra vida)
2. Familia (Ejecutores de la voluntad de Dios en torno a los hijos)
3. Los otros (Quienes nos muestran una visión más amplia de la vida)
4. Yo (Que me descubro "necesitado" de los demás)

Cuando la jerarquía pierde este orden, la persona entra en un desequilibrio espiritual, moral, ético y humano... Pienso que el orden no debe ser cambiado... Hacerlo, implica una grave consecuencia: una visión subjetiva de la vida...

Sin embargo, muchos jóvenes viven en una realidad realmente triste: "¿Dios? Equis, no me interesa". "¿Familia? Detesto a mis padres". ¿Bueno yo? No soy un pendejo"... Son algunas de las expresiones comunes en los chavos de hoy... La pregunta es: ¿Cómo intentar hacerles ver a ellos y ellas que la vida tiene una cara más positiva?, ¿Cómo tocar sus corazones para que puedan comprender que es más bello vivir bajo los ojos de Dios que desear vivir sin Él?... Seguramente no todos están tan perdidos... Pero sí muchos jóvenes ya no viven los principios como antes... Las consecuencias son muy lamentables: nuestra sociedad es cada vez más tosca en su visión de la misma vida: Sí al aborto; Sí a la homosexualidad; Sí a la eutanasia; Sí al libertinaje... 

Y te has preguntado por qué este cambio de mentalidad???? Pues porque al sacar a Dios y a la familia de la vida personal, todo cae en un subjetivismo y las personas dejan de valer por su dignidad humana y son empezadas a ser tratadas como cosas...

En resumidas cuentas, a mi parecer, los y las jóvenes de hoy, creen en una vida efímera, fugaz y libertina, no todos, pero sí la gran mayoría; claro está que, para ellos, es estar viviendo realmente cada instante de la vida...

Si queremos que la sociedad cambie, deberíamos prestarle mucha atención a lo que los jóvenes de hoy creen, pues ellos están a un paso de ser los dueños y señores de ser la sociedad del mañana...

Próximo viernes: La juventud y sus "ondas"

jueves, 1 de noviembre de 2012

Halloween VS Hanal Pixán

Falta de identidad en las nuevas generaciones...

Una de las cosas que me sorprende muchísimo en la mentalidad posmoderna, es el "mendigar" culturas extranjeras, y "rechazar" o "avergonzarse" de la cultura propia... Es el caso del Halloween y del Hanal Pixán. Muchos jóvenes se identifican más con las celebraciones pompuosas de la "noche de los disfraces", "noche de brujas" o "noche de muertos" como suelen llamarle... 

En días pasados, al acercarme a algunos chavos y chavas, y preguntarles a cerca del Hanal Pixán, me expresaron con cierto desprecio que "esas cosas son bobas", que "son puras tonterías de la gente maya"... 

Es doloroso escucharlo de personas cuyo aspecto físico es tan maya como la propia cultura que rechaza... Pero es más triste aún, saber que las nuevas generaciones se dejan mover por las apariencias, más no por razones... 

El Halloween adquiere popularidad en los Estados Unidos. Su origen es bueno (ya que Halloween significa "vísperas de todos los santos"), pero la interpretación que le dieron los estadounidenses fue la que distorsionó el sentido de la fiesta que hoy conocemos... El Hanal Pixán es una celebración de nuestra cultura maya mucho más antigua que el Halloween, y sin embargo, cada año en menos lugares se celebra...

Ahora bien, ¿Por qué Halloween VS Hanal Pixán? En primer lugar, porque México, y en concreto, Yucatán, posee una rica variedad cultural, muy por encima de las celebraciones extranjeras... En segundo lugar, abrazar culturas extranjeras y rechazar las propias, es signo de inmadurez y falta de identidad personal y cultural... y en tercer lugar, y el más importante, porque ambas son antagónicas en los mensajes que transmiten: El Halloween es promotor de la cultura de la muerte, es decir, trae a la mente de las personas la "existencia" de fantasmas, monstruos, brujas, etc., que hacen de las suyas el 31 de octubre, principalmente... El Hanal Pixán, por el contrario, es promotor de la celebración de la vida. Según nuestras creencias mayas, nuestros seres queridos, al morir físicamente, entran en una "travesía", es decir, en un viaje hacia la felicidad plena; pero en el camino hacia su felicidad, cada año, son invitados a degustar de los manjares que en vida deleitaban. Esta mentalidad hacía entrever que las almas de los fieles difuntos llegaban a "descansar" en los hogares de sus seres queridos.

De manera velada, nuestra cultura maya se asemeja al sentido cristiano que nos dice que "la vida terrena no se acaba con la muerte". Para el hombre de fe, sus seres queridos nunca mueren (Hanal Pixán); para el hombre sin fe, nadie importa, sólo él mismo (Halloween).

 Mientras que el Halloween recrea seres imaginarios, el Hanal Pixán conmemora a seres reales; mientras el Halloween transmite oscuridad, el Hanal Pixán presenta un simbolismo de luces; mientras el Halloween termina en un sentimiento de efimeridad y sin-sentido de la vida, el Hanal Pixán nos deja un agradable deseo de mirar hacia el cielo y comprender que la vida es mucho más que esta existencia terrena...

Próximo viernes 9 de noviembre: ¿En qué creen los jóvenes de hoy? Inversión de la jerarquía de valores.