Un aniversario
El miércoles 16 pasado, mi comunidad parroquial vivió un
momento muy significativo al recibir a tres sacerdotes que habían elegido a
Ticul para iniciar el recorrido de sus 25 años como sacerdotes de Cristo:
Monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, Pbro. Doctor Jorge Carlos Menéndez Moguel y
Pbro. Juan Pablo Mex y Caamal.
Durante la celebración eucarística, los tres sacerdotes
expresaron sus pensamientos sobre Ticul y su gente, su devoción particular, su
compromiso como parroquia y su incansable oración por las vocaciones
sacerdotales y la santificación de los presbíteros…
Esta experiencia fue, más que una simple Misa (que nunca lo
es en sentido estricto), me hizo descubrir la urgencia de ser trabajador activo
en este gran campo llamado “Viña del Señor”. En ese momento me sentía tan
pequeño al mirar dicho campo, pero una fuerza sobrenatural que nacía de mi
interior me decía que algo se tiene qué hacer.
El papel más importante no es de una vocación específica,
sino la de cada vocación que la hace con amor y según el querer de Dios, quien
llama a servirlo en su Iglesia sea como sacerdote, sea como religioso o
religiosa o como laico comprometido.
A veces, pensamos que solo los consagrados pueden ser y
vivir como santos, pero no nos ponemos a pensar que nosotros como laicos somos
protagonistas de nuestras realidades: pues nadie mejor que nosotros conocemos
nuestra gente, nuestras familias, nuestros amigos, colaboradores, trabajo, etc.
Es por eso que, en medio de tantas voces, todas buenas, pude escuchar (y la
sigo escuchando) Aquella Voz que me dice: “No temas, háblales de Mí”. Pero
ahora te preguntarás. ¿Y qué tiene qué ver esto con el aniversario sacerdotal?
Pues tiene que ver, y mucho: como laicos, debemos tener muy presente aquel
momento en el cual el Señor nos salió al encuentro, como lo ha hecho con la
samaritana, Zaqueo, Mateo, la mujer pecadora… y les cambió la vida.
Todos
podemos tener la oportunidad de encontrarnos con Él, simplemente hay que querer
encontrarlo… Como los enamorados no olvidan el día de su primer encuentro, así
nosotros, como fieles cristianos, no debemos olvidar el día en el que el Señor
nos llamó a ser sus colaboradores dentro de su Iglesia.