La verdadera devoción a la Epifanía
Se dice que una joven llamada
Mercedes solía hacer grandes fiestas cada 6 de enero, en honor a los Tres Reyes
Magos: Gaspar, Melchor y Baltazar.
Ella hacía grandes banquetes ese día; luego
de una novena con abundancia de comida, terminaba con una visita al santuario
de Tizimín, pero no entraba a Misa, sino que iba a hacer su “visita a los Reyes”.
Un día, tuvo un sueño:
era como si ella estuviera llegando al portal de Belén, pero en vez de
acercarse al Niño Jesús, ella se dirigió a saludar a los Sabios de Oriente que
habían llegado casi al mismo tiempo que ella. Entonces el recién nacido lloraba
sin cesar. Cuando se dio cuenta de esto, se acercó al Niño Jesús, y le pareció
que Él le había dicho: “No te olvides de Mí”. Entonces despertó en ese instante
y comprendió que el festejado principal cada 6 de enero, no son los Reyes
Magos, sino el Niño Jesús, a quien habían ido a visitar aquellos Sabios de
Oriente.
Muchas veces, esto es lo que nos
puede pasar: pudiera ser que le damos más importancia a los personajes
secundarios, pero al Festejado ni lo saludamos ni lo honramos. La fiesta del 6
de enero recuerda a aquellos Sabios de Oriente que, al ver la estrella, fueron
hasta el portal de Belén a adorar al Rey de los Judíos y a ofrecerle sus
regalos: oro, incienso y mirra.
Los regalos son simbólicos: el oro es el
reconocimiento de que Jesús es REY; el incienso, es el reconocimiento de que
Jesús es DIOS; la mirra es el reconocimiento de que Jesús es verdadero HOMBRE. Por
lo cual, como cristianos que somos, podemos hacer de nuestra vida una ofrenda
con una triple relación de entrega a modo de compromiso:
1. Ayudar a alguien necesitado,
con mucho cariño y respeto, para ofrecerle el
oro de mi amor al Niño Jesús.
2. Comprometerme a rezar una
oración en familia, todos los días del mes, o meditar el Santo Rosario de
manera personal, para ofrecerle al Niño Jesús el incienso de mi fe.
3. Intentar vencer mi egoísmo y
mis limitaciones personales que me impiden ser mejor esposo(a), hijo(a),
amigo(a), trabajador(a), estudiante... para ofrecerle la mirra de mi vida al Niño Jesús.
Recuerda que el importante en esta celebración es Jesús, a quien van a visitar por los Sabios de Oriente, y no los peregrinos que habían ido a llevarle sus ofrendas de oro, incienso y mirra.
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