El don de la vida es para vivir en el perdón
Se dice que el sagrado don de la vida es como una chispa
resplandeciente en la oscuridad. Hoy me doy cuenta de esta gran verdad. Con
motivo de un año más de vida el próximo 28 de abril, quisiera compartir con
ustedes, estimados lectores, lo que han significado estos 27 años que Dios me
permite vivir:
Algunos me conocen más de cerca, y saben que Dios me ha
llamado en una situación familiar muy especial. Cuando era niño, era
indiferente… cuando llegué a la adolescencia, me volví juez de mis padres, y
ahora que soy un joven, lamento cada brote de ira que descargaba desprecio y
reclamo hacia aquellos que darían todo por mí…
Uno aprende de sus errores, no soy perfecto… hay cosas que
ahora reflexiono y simplemente no me perdono; pero el dolor del corazón es a la
vez medicina para el alma.
Este año, en especial, quiero pedir perdón. Perdón a Dios,
en primer lugar, por no ser el hijo que Él quiere que sea. Tantas oportunidades
en mi corta existencia me manda cada día, y yo no siempre le abro las puertas
de mi corazón… Perdón a mis padres, porque ese par de personas me han dado la
vida; Dios se ha valido de ellos para llamarme a este inmerecido regalo:
Perdón, madre, por no ser un hijo obediente, por creer que yo siempre debo de
tener la razón, cuando tú solo quieres el mayor bien para mí; perdón, padre,
por tratarte con indiferencia, cuando tú día y noche trabajas por amor a tus
hijos, para que nunca pasen por las carencias y necesidades que pasaste en tu
infancia tú… Perdón a mis hermanitos, por no haber sido un buen hermano cuando
todos ellos eran pequeños, porque en ustedes veo un gesto amoroso de Dios, al
darme 6 miembros con quienes reír, jugar y soñar, cuando hay muchas familias
que no tienen hijos… Perdón a mis amigos, porque les he fallado: un amigo
verdadero sabe compartir y dar su tiempo con sus amigos, yo no siempre lo he
hecho con ustedes… Perdón a cada una de las personas con las que me he topado
en la vida, porque ellas, esperando mucho de mi persona, han recibido poco o
nada, perdónenme, porque no siempre me doy cuenta de mis acciones hasta que el
tiempo y la misma experiencia humanas me lo hacen ver… Perdón a la vida misma,
porque se me está escapando de las manos, y aún no he aprendido a valorar que
cada día puedo hacer de ella la mejor experiencia de mi existencia.
Ahora que voy a los 27, quisiera marcar un nuevo inicio en
la vida, donde lo que fue pasado, sea un profundo mar de lecciones; lo que es presente,
lo disfrute con los pies puestos en la tierra y los ojos hacia el cielo, donde
habita mi Maestro; lo futuro, sea la esperanza de ser una mejor persona, un
mejor hermano, un mejor hijo, un mejor amigo, un mejor cristiano para llegar a
ser, en el pleno sentido de la palabra, un hijo de Dios.