viernes, 4 de julio de 2014

¡Encuentra a Dios en cada momento de tu vida!

     Un viejo proverbio dice: "La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla". En efecto, este es el más grande misterio de la vida: nosotros no pedimos existir; ninguno de nosotros pidió nacer... si lo vemos desde el punto de vista biológico, somos consecuencia de la expresión de amor de nuestros padres. Si lo vemos desde el punto de vista natural, somos la prolongación de la especie humana. Desde el punto de vista divino, somos un pensamiento de Dios. Ninguno de nosotros es casualidad. He aquí la importancia de escuchar la voz de Cristo por medio de su Iglesia. La ciencia y la naturaleza nos dicen que somos casualidad, que somos evolución... ¡Pero qué equivocados están quienes piensan así y enseñan esta falsa concepción de la vida! ¡Somos lo que somos por el amor de Dios y estamos donde estamos, en el tiempo y el lugar que estamos, porque allí nos quiere Dios para transformar esa realidad con los ojos del Evangelio! Lamentablemente, pocos sabemos y entendemos esto. Por eso la urgencia de invertir la vida en las cosas de Dios.

     Muchos dicen que "Dios ha pasado de moda", que sus enseñanzas "ya no convencen", que la Iglesia es anticuada y aburrida... Más bien, la persona que habla así es la que no está en sintonía con la vida, tiene el corazón cerrado y vive en el egocentrismo de complacerse a sí mismo. La Iglesia es comunidad, y vivir en comunidad implica dejar de ser "solo yo" para empezar a ser un "nosotros". Invertir el tiempo en las cosas que realmente valen, jamás pasará de moda, porque el alma siempre encontrará una satisfacción al hacer estas cosas: podrán dejar cansancio, incomprensiones, críticas, injusticias y toda clase de maldad, pero cuando se ha entendido el sentido de la vida, todo tiene otro color, hasta el dolor que es negro y gris, se torna de colorido que sabe a redención. 

     Recuerda, la vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla, y te invito a que la vivas como se debe, con la conciencia de lo que eres: un ser amado por Dios, que te ha dado la vida como prueba máxima de su amor por ti. Ten en cuenta que si vives con la conciencia de que Dios está contigo en cualquier parte y momento, en las buenas y las malas, tus acciones serán más acordes a un buen cristiano y tu vida será vivo reflejo de lo que Dios ha querido para contigo desde el momento en que te dio la vida: que hables de Él dondequiera que estés. ¡¡Haz la prueba y verás, te sorprenderás!!!


viernes, 4 de octubre de 2013

¡Mes del laico, nuestro mes!

“La Comunidad laical, ¿Signo de qué?”

La primera misión de los laicos es santificar las actividades y/o espacios normales, cotidianos u ordinarios.  Sin embargo, por siglos no ha sido ese el modelo de misión y santidad que la Iglesia y la sociedad han especialmente valorado.

¿Cuáles criterios de santidad nos sirven hoy?  En otras palabras, ¿cómo podemos saber si los laicos, sea como individuos o como miembros de asociaciones o movimientos laicales, somos buenos cristianos?

Para “evaluar” la calidad de cristianismo de los laicos tenemos que considerar cómo viven sus actividades cotidianas en la familia, los estudios, las relaciones sociales, el trabajo, entre otros espacios.  La pregunta concreta sería la siguiente: ¿dan los laicos un testimonio de amor en su mundo o entorno inmediato?

Ante un mundo lleno de activismo, incoherencia de vida, falta de comprensión, explotación de los humildes por parte de los poderosos… urge implantar una sociedad de amor, una nueva humanidad que le enseñe a los que nos deben de enseñar. La comunidad es signo de unidad, de igualdad, y sobre todo, de respeto.

Este mes de octubre, dedicado a los laicos, reflejemos al mundo lo que somos, y que Jesús nuestro Señor elogió con estas hermosas palabras: “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo” (Mateo 5, 13ss). En efecto, somos la sal que le da buen sabor a la vida, aunque ésta nos presente un sabor amargo y soso; somos la luz que ilumina las tinieblas de la injusticia.

¡¡¡Estimados lectores, hagamos de nuestra vida un auténtico testimonio de fe, esperanza y caridad. Cristo, nuestro Modelo laical por excelencia, está de nuestra parte!!!




viernes, 28 de junio de 2013

Cerrando un ciclo más!!!

Se cierra un ciclo más en mi vida…

Estimados lectores, antes que nada, me disculpo con ustedes, pues debido a los cambios de oficina que vivimos desde hace unas semanas atrás, el equipo de trabajo ha tenido algunos inconvenientes en cuanto a la adaptación, y eso ha sido el motivo por el cual hemos estado incomunicados por la red; pero ahora que ya nos adaptamos al nuevo lugar, retomamos nuestras labores cotidianas con las que colaboramos en la construcción del Reino…

En esta ocasión, quiero compartir con ustedes en este “Viernes de Opiniones” la experiencia de culminar un semestre más en la carrera que me prepara para ser, no solo un buen profesional que sirva a la sociedad, sino también un buen laico que se preocupe por construir una comunidad más fraterna desde mi campo laboral.

Este ciclo escolar 2012-2013 ha sido rico en experiencias: desde las más comunes, como son la convivencia diaria con los amigos y compañeros, hasta las no tan comunes, como las diferencias entre los mismos compañeros.

Algo que me ha llamado mucho la atención es la falta de moral que se vive en el camino a la profesión. Algunos de mis compañeros no tienen conciencia cuando se trata de hacer malas jugadas, sobretodo, en los exámenes… Al respecto, me pregunto seriamente: ¿Será que ellos están conscientes de que se están haciendo un mal? Pues si ahora como estudiantes “juegan sucio”, mañana como profesionales, si hoy están apagando la voz de la conciencia, ya no la podrán escuchar cuando el vicio sea mayor y sus acciones sean peores…

Por otro lado, la experiencia de conocer más a fondo mi carrera me ha llevado a proponerme grandes proyectos. Por ahora, los reservo en el pensamiento solamente, algún día se los he de compartir.

Al finalizar este 4° semestre, con un orgulloso 93 de promedio final, solo puedo decir ¡GRACIAS! A Aquél que siempre ha estado junto a mí, en las buenas y en las malas… a Aquél que en su infinito amor me señala lo que es bueno y lo que es malo y me dice: “La decisión es tuya. Yo estoy contigo”… a Aquél que todos los días me inspira y me manifiesta su Presencia en cada acontecimiento de mi vida.



Serán 2 meses de trabajo en la DIDIPAC y en mi trabajo. Espero aprovechar este tiempo para descansar un poco, pues la primera semana de septiembre que reanude mis clases, quiero ser mejor estudiante que antes, y sé que puedo, porque tengo a Alguien que me ayuda siempre. 


sábado, 1 de junio de 2013

Ahora sí, ya es oficial!

¡¡Hacia una nueva aventura!!

Antes de iniciar, quisiera decir algunas palabras que reflejen lo que he vivido en este tiempo: en primer lugar, el paso de Dios por mi vida, en todos los aspectos, pero hay uno que me deja conmovido: ver que allí en mi pueblo, Ticul, el anhelo de promover la devoción a San Antonio de Padua y fomentar una digna Fiesta Patronal, están dando los primeros frutos, pues mi párroco ha dicho sí a todas las propuestas que, junto con otras personas, hemos planteado para fomentar la fe, la participación y la unidad de mi querida Parroquia.

Por otro lado, en el ámbito universitario, desde hace unas semanas, nos enteramos que una de nuestras maestras extranjeras nos abandona porque inicia una nueva etapa en su vida… ayer fue su último día de clases en el CEUM… se despidió de nosotros… aunque la vida consiste en estas continuas experiencias, el corazón y la memoria tardarán en aceptar las cosas de la vida y en adaptarse a las nuevas…

Al respecto, hace unas cuantas semanas, llegó la noticia de algo que, aunque es normal en la vida parroquial, no es quizás tan anhelado: el anuncio de cambios de sacerdotes. Lo que pegó con más fuerza fue que se irán los dos sacerdotes y hasta el diácono permanente…

Después de 1 año y 9 meses, una página más da vuelta para no regresar y una nueva aventura comienza a escribirse en mi vida: aquél jueves 8 de septiembre de 2011, con el apoyo de un gran sacerdote, Pbro. Juan Pablo Moo, inicié esta experiencia de ser miembro del cuerpo de trabajadores en la Parroquia “El Divino Redentor”, concretamente en el área de oficina. Agradezco profundamente a mi Maestro haberme guiado hasta este lugar. Todo ha sido gracia y bendición.

Sin duda alguna que este tiempo que estuve en la Parroquia, muchas fueron las experiencias que marcaron mi vida: en primer lugar, el testimonio sacerdotal del padre Juan Pablo. Su entrega como párroco, su preocupación por mostrar el Rostro de un Cristo misericordioso, amable, comprensivo y cercano fueron rasgos característicos que, al verlos cada día en su persona, eran una sublime lección para mí y una constante confrontante para entregar mi vida desde mis realidades concretas en las que me toca vivir: escuela, apostolado, trabajo y familia. Padre Juan Pablo, gracias por los diálogos y sus consejos, estoy completamente seguro que siempre estuvieron encaminados hacia el crecimiento de mi persona. Gracias por la confianza que me ha mostrado, y que me muestra ahora, al pedirme que lo siga de cerca para continuar colaborando en su ministerio sacerdotal; con su cercanía, me ha mostrado la paternidad sacerdotal… sencillamente: ¡gracias!

De igual manera, agradezco al padre Humberto y al diácono Mario por compartir la vida...


Siempre que se trata de despedidas, genera en el corazón nostalgia y viejos recuerdos… aquí en la oficina aprendí a ser más responsable, a saber organizar mi tiempo para dedicarle una parte a mi carrera como estudiante de Lengua Inglesa, y otra parte a mi labor como trabajador. Aquí pude poner en práctica tantas cosas que el Seminario impregnó en mi corazón… Cada experiencia vivida ha marcado mi vida, y ahora, todo esto me llevo a mi nueva encomienda en la Parroquia de Lourdes que iniciaré a partir del martes 4 de junio. Es un reto que con ánimo decidido me propongo vivir, sabiendo una vez más, que no estoy sólo: Aquél que me amó y se entregó por mí es quien me guía y se conduce al camino que me lleva a mi felicidad plena. ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU AMOR!


viernes, 10 de mayo de 2013


El amor de una madre es único

Buenas tardes estimados lectores. Gracias por dedicarle unos momentos a este “Viernes de Opiniones”. En esta ocasión quiero dedicar este espacio a mi mamá, a propósito de este día en que celebramos a las madres.

Antes que nada, no soy partidario de este día, pues me parece más mercadotecnia que un día especial. En efecto, no tengo que esperar un 10 de mayo para decirle a mi mamá lo mucho que la quiero, o para tratarla con respeto, o de ser un buen hijo, hermano y cristiano y así hacerla feliz… pero bueno, a veces las “costumbres” nos hacen dependientes de los días y nos olvidamos de lo esencial…

Quiero darle las gracias a Dios por haberme llamado al don de la vida por medio de mis padres, en especial por medio de mi madre…

Mi querida madre no tuvo una vida de gentilezas y encantos: su infancia transcurrió entre la pobreza extrema y los maltratos familiares. De niña, no conoció la diversión propia de su edad, sino que, por la necesidad familiar, sólo conoció el trabajo y la responsabilidad. Su pasado ha sido doloroso. Además, como en todas las familias, los problemas familiares están a la orden del día… las presiones, las carreras y apuros por las que ella pasa diariamente… los dolores de cabeza que le ocasionamos al no comprenderla… en fin… mi mamá no ha tenido una vida color de rosa; sin embargo, a ella le debo todo:

Gracias mamá, por haber tenido la valentía de darme la vida: por alimentarme en tu vientre cuando aún era un ser en formación; gracias por amarme desde el primer instante que supiste que yo ya existía en tus entrañas aún sin conocerme. Gracias por tu paciencia cuando te ocasionaba malestares durante el embarazo. Gracias por el amor que me brindabas desde el vientre materno, pues es ese amor el que me ha dado identidad.

Gracias mamá, por tus horas y días de desvelo cuando en mi infancia era un niño enfermizo. Tu amor y tus cuidados han sido lo que en realidad me sanaban las veces que caía enfermo.

Gracias mamá, por tu apoyo incondicional cuando lo necesitaba. En mis momentos de incertidumbre, siempre estabas allí, para darme fuerzas y decirme a los lejos con tu mirada: "¡Tú puedes hacerlo!”.

Gracias, madre, por haberme inculcado los valores humanos del respeto, la solidaridad, la compasión y el amor al prójimo. Si no me los hubieses transmitido, no sería el hombre de bien que hoy procuro ser.

Pero sobre todo, gracias por haber sido mi maestra de la fe. Gracias por haber sido como el sembrador que depositó en mi corazón esa pequeña semilla. Gracias a la fe, mi vida tiene un sentido: podrán venir los momentos más terribles en mi vida, pero la fe es mi escudo, mi consuelo y mi paz. Hoy te quiero dar las gracias por haberme regalado este precioso don de la fe, pues conozco a Dios, y eso, madre, es lo más grande que has hecho por mí: hablarme de Él y llevarme hasta Él.

Estaré en eterna deuda contigo… perdóname si no he sabido respetarte como te mereces… pero tú sabes que te quiero mucho, porque tú eres mi madre… ¡¡¡¡FELICIDADES!!!


viernes, 3 de mayo de 2013

La Santa Cruz


Ya no es un instrumento despreciable

Hoy 3 de mayo, en México celebramos la exaltación de la Santa Cruz. Al respecto, en este “Viernes de Opiniones” quisiera hacer una breve reflexión sobre la importancia de la cruz en la vida de todo creyente en Jesús.

La cruz es un símbolo oscuro para otras religiones. Puesto que los romanos la utilizaban para darle muerte terrible a sus enemigos y a todo aquél que se rebelaba contra el imperio, otras creencias ven en ella un signo repugnante e indigno de ser mirado siquiera.

En tiempos de Jesús, la muerte en cruz era algo que se podría considerar dentro de lo normal. Los romanos muchas veces habían torturado a muchos clavándolos en la cruz hasta morir…

Jesús, poco antes de su Pasión, veía asomarse el trágico desenlace de su vida terrena, mas no vislumbraba que sería de ese modo tan cruel. Un sacerdote que me dio clases en el Seminario, hacia un comentario que siempre me llamó la atención: “Jesús no sufrió la muerte más dolorosa; hay muertes más terribles y sangrientas. Pero lo que hizo de diferente Jesús es que Él murió en ella siendo el Hijo de Dios”.

Al meditar en este comentario, me doy cuenta que el mérito de Jesús no está en cómo murió, sino por qué murió. El hecho de haber dado su vida en el madero de la cruz es circunstancial; si los romanos tuvieran un método más cruel de martirio, seguramente ése le hubieran aplicado a Jesús. Pero las circunstancias del momento llevaron a Cristo a abrazar la cruz con amor, pues había comprendido, desde la sentencia de muerte que pedían para Él por el pueblo judío, que la cruz sería el medio por el cual la humanidad, a la que tanto ama, sería redimida.

Así pues, la cruz adquiere un sentido redentor para los creyentes en Cristo: ya no es el objeto despreciable que solía ser, sino que, en memoria de aquél gesto tan grande de amor en el cual Dios nos ha manifestado su amor, el Hijo de Dios le dio un nuevo sentido al madero en el que murió. Para los cristianos católicos, mirar la cruz equivale a recordar que el amor de Dios no conoce límites; al contemplar la cruz, nos impulsa a dar la vida a favor de los demás, como nuestro Maestro la ha dado por nosotros. Por eso yo no me avergüenzo de portar con respeto una cruz colgada en el pecho, pues esa cruz me recuerda quién soy, de dónde vine y hacia dónde voy.