viernes, 4 de octubre de 2013

¡Mes del laico, nuestro mes!

“La Comunidad laical, ¿Signo de qué?”

La primera misión de los laicos es santificar las actividades y/o espacios normales, cotidianos u ordinarios.  Sin embargo, por siglos no ha sido ese el modelo de misión y santidad que la Iglesia y la sociedad han especialmente valorado.

¿Cuáles criterios de santidad nos sirven hoy?  En otras palabras, ¿cómo podemos saber si los laicos, sea como individuos o como miembros de asociaciones o movimientos laicales, somos buenos cristianos?

Para “evaluar” la calidad de cristianismo de los laicos tenemos que considerar cómo viven sus actividades cotidianas en la familia, los estudios, las relaciones sociales, el trabajo, entre otros espacios.  La pregunta concreta sería la siguiente: ¿dan los laicos un testimonio de amor en su mundo o entorno inmediato?

Ante un mundo lleno de activismo, incoherencia de vida, falta de comprensión, explotación de los humildes por parte de los poderosos… urge implantar una sociedad de amor, una nueva humanidad que le enseñe a los que nos deben de enseñar. La comunidad es signo de unidad, de igualdad, y sobre todo, de respeto.

Este mes de octubre, dedicado a los laicos, reflejemos al mundo lo que somos, y que Jesús nuestro Señor elogió con estas hermosas palabras: “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo” (Mateo 5, 13ss). En efecto, somos la sal que le da buen sabor a la vida, aunque ésta nos presente un sabor amargo y soso; somos la luz que ilumina las tinieblas de la injusticia.

¡¡¡Estimados lectores, hagamos de nuestra vida un auténtico testimonio de fe, esperanza y caridad. Cristo, nuestro Modelo laical por excelencia, está de nuestra parte!!!




viernes, 28 de junio de 2013

Cerrando un ciclo más!!!

Se cierra un ciclo más en mi vida…

Estimados lectores, antes que nada, me disculpo con ustedes, pues debido a los cambios de oficina que vivimos desde hace unas semanas atrás, el equipo de trabajo ha tenido algunos inconvenientes en cuanto a la adaptación, y eso ha sido el motivo por el cual hemos estado incomunicados por la red; pero ahora que ya nos adaptamos al nuevo lugar, retomamos nuestras labores cotidianas con las que colaboramos en la construcción del Reino…

En esta ocasión, quiero compartir con ustedes en este “Viernes de Opiniones” la experiencia de culminar un semestre más en la carrera que me prepara para ser, no solo un buen profesional que sirva a la sociedad, sino también un buen laico que se preocupe por construir una comunidad más fraterna desde mi campo laboral.

Este ciclo escolar 2012-2013 ha sido rico en experiencias: desde las más comunes, como son la convivencia diaria con los amigos y compañeros, hasta las no tan comunes, como las diferencias entre los mismos compañeros.

Algo que me ha llamado mucho la atención es la falta de moral que se vive en el camino a la profesión. Algunos de mis compañeros no tienen conciencia cuando se trata de hacer malas jugadas, sobretodo, en los exámenes… Al respecto, me pregunto seriamente: ¿Será que ellos están conscientes de que se están haciendo un mal? Pues si ahora como estudiantes “juegan sucio”, mañana como profesionales, si hoy están apagando la voz de la conciencia, ya no la podrán escuchar cuando el vicio sea mayor y sus acciones sean peores…

Por otro lado, la experiencia de conocer más a fondo mi carrera me ha llevado a proponerme grandes proyectos. Por ahora, los reservo en el pensamiento solamente, algún día se los he de compartir.

Al finalizar este 4° semestre, con un orgulloso 93 de promedio final, solo puedo decir ¡GRACIAS! A Aquél que siempre ha estado junto a mí, en las buenas y en las malas… a Aquél que en su infinito amor me señala lo que es bueno y lo que es malo y me dice: “La decisión es tuya. Yo estoy contigo”… a Aquél que todos los días me inspira y me manifiesta su Presencia en cada acontecimiento de mi vida.



Serán 2 meses de trabajo en la DIDIPAC y en mi trabajo. Espero aprovechar este tiempo para descansar un poco, pues la primera semana de septiembre que reanude mis clases, quiero ser mejor estudiante que antes, y sé que puedo, porque tengo a Alguien que me ayuda siempre. 


sábado, 1 de junio de 2013

Ahora sí, ya es oficial!

¡¡Hacia una nueva aventura!!

Antes de iniciar, quisiera decir algunas palabras que reflejen lo que he vivido en este tiempo: en primer lugar, el paso de Dios por mi vida, en todos los aspectos, pero hay uno que me deja conmovido: ver que allí en mi pueblo, Ticul, el anhelo de promover la devoción a San Antonio de Padua y fomentar una digna Fiesta Patronal, están dando los primeros frutos, pues mi párroco ha dicho sí a todas las propuestas que, junto con otras personas, hemos planteado para fomentar la fe, la participación y la unidad de mi querida Parroquia.

Por otro lado, en el ámbito universitario, desde hace unas semanas, nos enteramos que una de nuestras maestras extranjeras nos abandona porque inicia una nueva etapa en su vida… ayer fue su último día de clases en el CEUM… se despidió de nosotros… aunque la vida consiste en estas continuas experiencias, el corazón y la memoria tardarán en aceptar las cosas de la vida y en adaptarse a las nuevas…

Al respecto, hace unas cuantas semanas, llegó la noticia de algo que, aunque es normal en la vida parroquial, no es quizás tan anhelado: el anuncio de cambios de sacerdotes. Lo que pegó con más fuerza fue que se irán los dos sacerdotes y hasta el diácono permanente…

Después de 1 año y 9 meses, una página más da vuelta para no regresar y una nueva aventura comienza a escribirse en mi vida: aquél jueves 8 de septiembre de 2011, con el apoyo de un gran sacerdote, Pbro. Juan Pablo Moo, inicié esta experiencia de ser miembro del cuerpo de trabajadores en la Parroquia “El Divino Redentor”, concretamente en el área de oficina. Agradezco profundamente a mi Maestro haberme guiado hasta este lugar. Todo ha sido gracia y bendición.

Sin duda alguna que este tiempo que estuve en la Parroquia, muchas fueron las experiencias que marcaron mi vida: en primer lugar, el testimonio sacerdotal del padre Juan Pablo. Su entrega como párroco, su preocupación por mostrar el Rostro de un Cristo misericordioso, amable, comprensivo y cercano fueron rasgos característicos que, al verlos cada día en su persona, eran una sublime lección para mí y una constante confrontante para entregar mi vida desde mis realidades concretas en las que me toca vivir: escuela, apostolado, trabajo y familia. Padre Juan Pablo, gracias por los diálogos y sus consejos, estoy completamente seguro que siempre estuvieron encaminados hacia el crecimiento de mi persona. Gracias por la confianza que me ha mostrado, y que me muestra ahora, al pedirme que lo siga de cerca para continuar colaborando en su ministerio sacerdotal; con su cercanía, me ha mostrado la paternidad sacerdotal… sencillamente: ¡gracias!

De igual manera, agradezco al padre Humberto y al diácono Mario por compartir la vida...


Siempre que se trata de despedidas, genera en el corazón nostalgia y viejos recuerdos… aquí en la oficina aprendí a ser más responsable, a saber organizar mi tiempo para dedicarle una parte a mi carrera como estudiante de Lengua Inglesa, y otra parte a mi labor como trabajador. Aquí pude poner en práctica tantas cosas que el Seminario impregnó en mi corazón… Cada experiencia vivida ha marcado mi vida, y ahora, todo esto me llevo a mi nueva encomienda en la Parroquia de Lourdes que iniciaré a partir del martes 4 de junio. Es un reto que con ánimo decidido me propongo vivir, sabiendo una vez más, que no estoy sólo: Aquél que me amó y se entregó por mí es quien me guía y se conduce al camino que me lleva a mi felicidad plena. ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TU AMOR!


viernes, 10 de mayo de 2013


El amor de una madre es único

Buenas tardes estimados lectores. Gracias por dedicarle unos momentos a este “Viernes de Opiniones”. En esta ocasión quiero dedicar este espacio a mi mamá, a propósito de este día en que celebramos a las madres.

Antes que nada, no soy partidario de este día, pues me parece más mercadotecnia que un día especial. En efecto, no tengo que esperar un 10 de mayo para decirle a mi mamá lo mucho que la quiero, o para tratarla con respeto, o de ser un buen hijo, hermano y cristiano y así hacerla feliz… pero bueno, a veces las “costumbres” nos hacen dependientes de los días y nos olvidamos de lo esencial…

Quiero darle las gracias a Dios por haberme llamado al don de la vida por medio de mis padres, en especial por medio de mi madre…

Mi querida madre no tuvo una vida de gentilezas y encantos: su infancia transcurrió entre la pobreza extrema y los maltratos familiares. De niña, no conoció la diversión propia de su edad, sino que, por la necesidad familiar, sólo conoció el trabajo y la responsabilidad. Su pasado ha sido doloroso. Además, como en todas las familias, los problemas familiares están a la orden del día… las presiones, las carreras y apuros por las que ella pasa diariamente… los dolores de cabeza que le ocasionamos al no comprenderla… en fin… mi mamá no ha tenido una vida color de rosa; sin embargo, a ella le debo todo:

Gracias mamá, por haber tenido la valentía de darme la vida: por alimentarme en tu vientre cuando aún era un ser en formación; gracias por amarme desde el primer instante que supiste que yo ya existía en tus entrañas aún sin conocerme. Gracias por tu paciencia cuando te ocasionaba malestares durante el embarazo. Gracias por el amor que me brindabas desde el vientre materno, pues es ese amor el que me ha dado identidad.

Gracias mamá, por tus horas y días de desvelo cuando en mi infancia era un niño enfermizo. Tu amor y tus cuidados han sido lo que en realidad me sanaban las veces que caía enfermo.

Gracias mamá, por tu apoyo incondicional cuando lo necesitaba. En mis momentos de incertidumbre, siempre estabas allí, para darme fuerzas y decirme a los lejos con tu mirada: "¡Tú puedes hacerlo!”.

Gracias, madre, por haberme inculcado los valores humanos del respeto, la solidaridad, la compasión y el amor al prójimo. Si no me los hubieses transmitido, no sería el hombre de bien que hoy procuro ser.

Pero sobre todo, gracias por haber sido mi maestra de la fe. Gracias por haber sido como el sembrador que depositó en mi corazón esa pequeña semilla. Gracias a la fe, mi vida tiene un sentido: podrán venir los momentos más terribles en mi vida, pero la fe es mi escudo, mi consuelo y mi paz. Hoy te quiero dar las gracias por haberme regalado este precioso don de la fe, pues conozco a Dios, y eso, madre, es lo más grande que has hecho por mí: hablarme de Él y llevarme hasta Él.

Estaré en eterna deuda contigo… perdóname si no he sabido respetarte como te mereces… pero tú sabes que te quiero mucho, porque tú eres mi madre… ¡¡¡¡FELICIDADES!!!


viernes, 3 de mayo de 2013

La Santa Cruz


Ya no es un instrumento despreciable

Hoy 3 de mayo, en México celebramos la exaltación de la Santa Cruz. Al respecto, en este “Viernes de Opiniones” quisiera hacer una breve reflexión sobre la importancia de la cruz en la vida de todo creyente en Jesús.

La cruz es un símbolo oscuro para otras religiones. Puesto que los romanos la utilizaban para darle muerte terrible a sus enemigos y a todo aquél que se rebelaba contra el imperio, otras creencias ven en ella un signo repugnante e indigno de ser mirado siquiera.

En tiempos de Jesús, la muerte en cruz era algo que se podría considerar dentro de lo normal. Los romanos muchas veces habían torturado a muchos clavándolos en la cruz hasta morir…

Jesús, poco antes de su Pasión, veía asomarse el trágico desenlace de su vida terrena, mas no vislumbraba que sería de ese modo tan cruel. Un sacerdote que me dio clases en el Seminario, hacia un comentario que siempre me llamó la atención: “Jesús no sufrió la muerte más dolorosa; hay muertes más terribles y sangrientas. Pero lo que hizo de diferente Jesús es que Él murió en ella siendo el Hijo de Dios”.

Al meditar en este comentario, me doy cuenta que el mérito de Jesús no está en cómo murió, sino por qué murió. El hecho de haber dado su vida en el madero de la cruz es circunstancial; si los romanos tuvieran un método más cruel de martirio, seguramente ése le hubieran aplicado a Jesús. Pero las circunstancias del momento llevaron a Cristo a abrazar la cruz con amor, pues había comprendido, desde la sentencia de muerte que pedían para Él por el pueblo judío, que la cruz sería el medio por el cual la humanidad, a la que tanto ama, sería redimida.

Así pues, la cruz adquiere un sentido redentor para los creyentes en Cristo: ya no es el objeto despreciable que solía ser, sino que, en memoria de aquél gesto tan grande de amor en el cual Dios nos ha manifestado su amor, el Hijo de Dios le dio un nuevo sentido al madero en el que murió. Para los cristianos católicos, mirar la cruz equivale a recordar que el amor de Dios no conoce límites; al contemplar la cruz, nos impulsa a dar la vida a favor de los demás, como nuestro Maestro la ha dado por nosotros. Por eso yo no me avergüenzo de portar con respeto una cruz colgada en el pecho, pues esa cruz me recuerda quién soy, de dónde vine y hacia dónde voy. 


viernes, 26 de abril de 2013

El don de la vida es para vivir en el perdón


El don de la vida es para vivir en el perdón



Se dice que el sagrado don de la vida es como una chispa resplandeciente en la oscuridad. Hoy me doy cuenta de esta gran verdad. Con motivo de un año más de vida el próximo 28 de abril, quisiera compartir con ustedes, estimados lectores, lo que han significado estos 27 años que Dios me permite vivir:

Algunos me conocen más de cerca, y saben que Dios me ha llamado en una situación familiar muy especial. Cuando era niño, era indiferente… cuando llegué a la adolescencia, me volví juez de mis padres, y ahora que soy un joven, lamento cada brote de ira que descargaba desprecio y reclamo hacia aquellos que darían todo por mí…

Uno aprende de sus errores, no soy perfecto… hay cosas que ahora reflexiono y simplemente no me perdono; pero el dolor del corazón es a la vez medicina para el alma.

Este año, en especial, quiero pedir perdón. Perdón a Dios, en primer lugar, por no ser el hijo que Él quiere que sea. Tantas oportunidades en mi corta existencia me manda cada día, y yo no siempre le abro las puertas de mi corazón… Perdón a mis padres, porque ese par de personas me han dado la vida; Dios se ha valido de ellos para llamarme a este inmerecido regalo: Perdón, madre, por no ser un hijo obediente, por creer que yo siempre debo de tener la razón, cuando tú solo quieres el mayor bien para mí; perdón, padre, por tratarte con indiferencia, cuando tú día y noche trabajas por amor a tus hijos, para que nunca pasen por las carencias y necesidades que pasaste en tu infancia tú… Perdón a mis hermanitos, por no haber sido un buen hermano cuando todos ellos eran pequeños, porque en ustedes veo un gesto amoroso de Dios, al darme 6 miembros con quienes reír, jugar y soñar, cuando hay muchas familias que no tienen hijos… Perdón a mis amigos, porque les he fallado: un amigo verdadero sabe compartir y dar su tiempo con sus amigos, yo no siempre lo he hecho con ustedes… Perdón a cada una de las personas con las que me he topado en la vida, porque ellas, esperando mucho de mi persona, han recibido poco o nada, perdónenme, porque no siempre me doy cuenta de mis acciones hasta que el tiempo y la misma experiencia humanas me lo hacen ver… Perdón a la vida misma, porque se me está escapando de las manos, y aún no he aprendido a valorar que cada día puedo hacer de ella la mejor experiencia de mi existencia.

Ahora que voy a los 27, quisiera marcar un nuevo inicio en la vida, donde lo que fue pasado, sea un profundo mar de lecciones; lo que es presente, lo disfrute con los pies puestos en la tierra y los ojos hacia el cielo, donde habita mi Maestro; lo futuro, sea la esperanza de ser una mejor persona, un mejor hermano, un mejor hijo, un mejor amigo, un mejor cristiano para llegar a ser, en el pleno sentido de la palabra, un hijo de Dios.

viernes, 19 de abril de 2013

¿Creo en Dios pero no a la Iglesia?


¿Creo en Dios pero no le creo a la Iglesia?



Buenas tardes/noches mis estimados lectores. En este “Viernes de Opiniones”, ha despertado en mí la inquietud de hacer una opinión a cerca de un comentario que escuché en el receso del día de hoy de boca de una de las profesoras de la Universidad donde curso la licenciatura de Lengua Inglesa: un grupo de jóvenes charlaba a viva voz sobre las instituciones religiosas. Uno decía: “Yo no tengo religión”, otra comentó: “Yo no voy a la Iglesia porque pura mam…. dicen” y uno más dijo: “gracias a Dios soy ateo”. Entonces la maestra respondió a sus comentarios: “Yo creo en Dios, pero la institución como tal es lo que pongo en cuestión. Sus representantes han hecho tanto daño y mal a quienes pertenecen a una religión, sea la que sea, que yo ya no les creo”.

Este comentario despertó una gran sorpresa en mí, porque aunque mi corazón no lo quería aceptar, mi razón me decía que estaba hablando con determinación. Inmediatamente, los estudiantes le lanzaron alabanzas y comentarios de admiración a la maestra, y hasta una estudiante se atrevió a decir: “yo por eso no creo en el Papa”... Pero, reflexionando en lo sucedido, descubrí que:

Antes que nada, respeto las diferentes profesiones de fe, y también a quienes, en la ceguera de su inteligencia, no profesan religión. Pero hay una cosa que no me parece (y ante la cual estaré dispuesto a defender) y es precisamente que lancen juicios y comentarios destructivos ante realidades que desconocen. Es como suele suceder en la misma universidad: gran número de alumnos hablan mal de sus maestros, algunos por su manera de ser, otros, por la materia que imparten, otros más, porque creen que la manera de llevar las clases no es la mejor… pero por fortuna, yo que he platicado con mis maestras en más de una ocasión, puedo asegurar que no es así como los demás juzgan según la periferia de sus percepciones. Así pasa también con las religiones: quienes hablan mal de ellas, es porque no las conocen, si las conocieran, entenderían que las religiones son medios que nos ayudan a ser mejores personas; las reglas divinas surgieron por la desviación del hombre, por el olvido de lo esencial y el apego a lo placentero pero que lleva a la perdición…

Creer en Dios, supone, necesariamente, abrazar una religión, pues en ella (la religión), el hombre encuentra las pautas para conocer más a Dios mismo, presente en las celebraciones litúrgicas (y para nosotros, católicos, presente realmente en Cuerpo, Alma, Divinidad y Humanidad en la Eucaristía), en sus pastores y en la comunidad de creyentes. Por medio de las frágiles personas de sus representantes, Dios se vale para seguir mostrándose al mundo y seguir amando al mundo, cada vez más perdido y rebelde…

Al fijarse más en las carencias, debilidades y errores de los representantes de determinada Iglesia, la persona no ha comprendido el sentido de lo que significa la religión y por consiguiente, cae en subjetivismos y vanas interpretaciones de sus pastores y sacerdotes, porque no está buscando a Dios en ellos sino que busca el ideal que se ha trazado en esas personas consagradas y cuando no recibe de ellos lo que esperaba, viene un rechazo y desprecio que después se convierte en juicios destructivos. Dicho de otro modo: nadie es perfecto, la Iglesia está compuesta de pecadores, pero la virtud de muchos está en reconocerse frágiles y pecadores, y aún así, tomar la valiente decisión de guiar y mostrarle a sus hermanos (muchos de ellos incomprensivos) el Rostro amoroso de Dios.

Quien no se deja guiar por Dios todo le parecerá absurdo. Quien busca su libertinaje, acaba por perderse; quien se enorgullece de no profesar religión, en el fondo de su corazón está sediento de Dios. Y es que una vida sin Dios y sin una comunidad de creyentes, simple y sencillamente, no es vivir sino asesinar lentamente el corazón que Dios le dio para amar, ser amado y buscar a Dios en lo cotidiano de su existencia. 

viernes, 5 de abril de 2013

¿Quién soy? Soy discípulo de Jesús


¡¡Soy discípulo de Jesús!!



La condición discipular es un don de Dios. Así lo afirma Cristo: “No me eligieron ustedes, fui Yo quien los ha elegido” (Juan 15, 16). Esta es la primera gran novedad: Él nos eligió. ¿Para qué nos eligió? Dice San Marcos 3, 14: “Para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar”. Jesús nos llama, de un modo único y particular, porque Él nos ama. Su resonante voz no se cansa de llamarnos.

Pero, ¿Qué significa ser discípulo? En primer lugar, significa ser seguidor, pero también hace referencia a aquél que con su conducta, con sus palabras y con su forma particular de ser, habla de su maestro. El discípulo es la esperanza del maestro, porque sus enseñanzas, su modo de ver la vida, su capacidad de intuir las cosas, en fin, todo cuanto el maestro le transmita a su discípulo, quedará vivo en él; aunque el maestro muera, sus enseñanzas no morirán, y de esta manera, el maestro vence a la invencible muerte; en su discípulo, el maestro seguirá viviendo.

Jesús es nuestro Maestro y Señor, como nos dice San Juan 13, 13: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo Soy”. Él nos ha llamado porque nos quiere compartir su alegría.

¿Te has puesto a pensar cómo era la confianza de Jesús y su relación con el Padre… sus momentos de oración… su ternura para con los humildes… su compasión para con los necesitados y los que sufren…? Todo esto, Él nos lo quiere compartir, nos quiere enseñar a amar como ama Él, perdonar como perdona Él, nos quiere enseñar cómo debemos de dar la vida por los demás: de la misma forma que Él la ha dado por nosotros: hasta morir en la cruz.

Esta es la segunda gran novedad: Cristo nos ha impregnado su Ser, nos ha dejado un sello imborrable que nos identifica, que afirma que somos de su propiedad: la cruz. Entonces, ser discípulo hoy, significa tener una infinita confianza en Dios, nuestro Padre, en las buenas, pero sobretodo, en las malas. Significa tener un gusto enorme de platicar con Dios en la oración; significa acudir a Él con la inocencia de los niños, platicando de los pequeños detalles de la vida que a diario nos sorprenden, o de las cosas que nos hacen derramar las lágrimas con sentimientos heridos… significa conmoverse ante el dolor y la miseria en la que viven muchos de nuestros semejantes (todos los días, en las calles están, con los ojos sin vida, sin esperanzas; sin gritar que necesitan de ti, pero que con su mirada penetrante, está la voz de Cristo que te dice: ¡Aquí estoy!) Significa llevar esperanza donde la oscuridad y la injusticia humana han sembrado desolación y falta de sabor a la vida. ¡Qué difícil es aceptar el sufrimiento y las injusticias! Pero quien se sabe discípulo, tiene un ejemplo a imitar y predicar: Cristo, quien sufrió y cargo sobre sí, toda clase de injusticias y dolores… Por muy dura que parezca una realidad, en Jesús, el Hijo de Dios, todo, absolutamente todo, adquiere un nuevo sentido, incluso aquello que es oscuridad, se torna en radiante luz.

Tú y yo somos discípulos, esta es nuestra alegría y nuestro orgullo. No vagamos por el mundo sin saber quiénes somos. “Yo sé quién soy y en quién he puesto mi confianza” nos dice San Pablo en 2 Tim 1, 12. Así pues, que sublime condición que nos fue otorgada por puro amor, nos impulse a luchar por hacer un mundo más humano… 

¿Quién soy? ¡Soy discípulo del Señor Jesús!

viernes, 22 de marzo de 2013

Prepárate!!


Prepárate para vivir la Semana Santa

Estimados lectores, en este “Viernes de Opiniones” quiero tocar el tema de la Semana Santa, precisamente por la cercanía de esta conmemoración y, por otro lado, porque se está perdiendo el sentido espiritual de este acontecimiento redentor.

La Semana Santa es un tiempo especial de gracia en el que, viviendo de cerca los momentos más dolorosos de la vida de Cristo, actualizamos en la vivencia de la fe su sacrificio en la cruz y colaboramos con él en la redención de la humanidad. ¿Cómo puede ser posible esto? San Pablo lo dice: “Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor hasta que vuelvas” (1 Cor 11, 26).

Si tú eres una persona que acostumbra “salir de vacaciones” en estos días santos, nada más te invito a que reflexiones unos segundos:

El Hijo de Dios te ama tanto que ha dado la vida por Ti. Él quiere que tengas vida en abundancia para que puedas disfrutar de tus seres queridos, de tus éxitos en la vida, de la realización de tus proyectos… Él te quiere ver feliz y por eso ha dado su vida por Ti.
Su amor hacia Ti no conoce límites. Aún cuando tú no quieras acordarte de Él, Él siempre te tiene presente, y ¿sabes por qué? Porque un verdadero amigo no abandona nunca.
Tienes muchos momentos para disfrutar de la vida que Él te ha ganado con el derramamiento de su Sangre, tienes muchos días a la semana para hacer lo que te agrada… tienes muchas horas a lo largo del día para hacer lo que quieras… Él nada más te pide unas horas de unos cuantos días… ¿Y sabes qué quiere de Ti? Que en silencio te pongas a pensar en Él: Ninguna persona en la tierra sería capaz de dar su vida por ti para salvarte junto con toda la humanidad, ni siquiera tus padres que tanto te aman, ellos lo harían por ti mas no creo que lo hagan por los demás. El amor de Cristo es un amor universal.
Si tan solo pudieras dedicarle unos minutos de tu tiempo, seguramente comprenderías el verdadero sentido de la vida, porque Él nos dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14, 6).
Bueno amigo, no insisto más, eres libre de decidir. La decisión es tuya. Aún así, te deseo que, donde sea que estuvieras, y lo que sea que vayas a hacer, tengas de verdad, unos felices días de descanso y de paz. Recuerda: Cristo te ama.


viernes, 8 de marzo de 2013

GRACIAS, MUJER!!


Día Internacional de la Mujer

En este “Viernes de Opiniones” quisiera abarcar el tema de la mujer, no solo porque es un día especial para ellas y para nosotros como hombres, sino porque la figura femenina es en sí misma un hermoso misterio que deberíamos contemplar con las rodillas dobladas.

Se dice que la mujer es la “débil” y la “insegura” pero cómo se pueden acreditar dichas expresiones si ellas hacen cosas que ningún hombre en la vida podría hacer como lo hacen ellas: durante 9 meses gestan a un nuevo ser; por más de 3 años, ejercen la delicada tarea de ser madres al cuidar, educar y amar a fruto de sus entrañas. Aquellas valientes mujeres que experimentan la grandeza de ser madres, se vuelven “las valientes” que por sus hijos son capaces de hacer hasta lo imposible.

En ellas descansa la seguridad de los hijos. Cuando un niño se siente solo, basta con escuchar la voz de su madre para que su mundo se sienta protegido.

La mujer es la expresión de la dulzura de Dios. Si el hombre es imagen y semejanza de Dios y expresa su fortaleza y su virilidad, la mujer, como imagen y semejanza de Dios también, expresa la delicadeza que tiene Dios al amar.

A lo largo de mis 26 años, Dios me ha permitido conocer a muchas mujeres: desde las más cercanas, en primer lugar, la valiente mujer que me dio la vida, me crió y me amó como lo sigue haciendo hasta ahora; mis hermanitas, con las que mi familia lleva una armonía al convivir con mujeres. Pero también están mis maestras, mis amigas, mis compañeras que a lo largo del camino, han dejado su huella en mi mente y en mi corazón.

En este día que termina, en la intimidad de mi soledad, elevo la mirada hacia el cielo y miro las estrellas. Así como ellas brillan y embellecen el firmamento, así es cada mujer en la vida del hombre: ellas son las que con la luz de su presencia hacen de la vida del hombre un sueño; con su sola presencia, los hombres somos capaces de luchar con las más altas aspiraciones que ocasionan ellas.

Sencillamente, gracias, mujer, por existir y por darle un sentido pleno a la vida del hombre. MUCHAS GRACIAS y FELIZ DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER!!!!

viernes, 1 de febrero de 2013

¿Yahvéh o Jehová?


¿Cuál es el nombre sagrado de Dios?

 Hoy he querido profundizar un poco a cerca del Nombre Sagrado de Dios. ¿Motivo? Porque me parece que como buenos hombres de fe debemos de saber lo correcto de las cosas, y no lo que creamos que es lo correcto; al respecto, estoy consciente del comentario que acabo de decir, y no estoy diciendo que hayan modos incorrectos de llamar a Dios, pero todo parece indicar que existe una manera más correcta de dirigirnos a Él. Veamos pues, en qué consiste este “Viernes de Opiniones”.

DIOS ES: ¿YAHWÉH o JEHOVÁ?
Es común oír que  algunas personas, cuando se dirigen a Dios, le llaman "Jehováh". Nosotros los católicos llamamos a Dios "Yahwéh"... ¿Quién tiene la  razón?

1.- ¿De dónde viene el nombre "Yahwéh"?
El Antiguo Testamento (los 46 libros de la Biblia que se escribieron antes del nacimiento de Jesucristo), fue escrito en su mayor parte en el idioma hebreo. En el libro del Éxodo, capítulo 3, versículos 9 al 15, y en el mismo libro, capítulo 6, 2-3, aparece que cuando Dios revela su nombre, da el nombre de YHWH (Yahvéh).

2.- ¿Qué significa el nombre YHWH?
Según los investigadores, este nombre de Yahveh, significa: "YO SOY EL QUE SOY",  tal como lo atestigua el libro del Éxodo 3, 13-14: " Moisés replicó a Dios:
- Bien, yo me presentaré a los israelitas y les diré: El Dios de sus antepasados me envía a ustedes. Pero si ellos me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?
Dios contestó a Moisés:
- YO SOY EL QUE SOY (YHWH). Explícaselo así a los israelitas: " YO SOY" me envía a ustedes.
Fíjate que en la lengua original en la que se escribió aparece la palabra YHWH, o sea, "Yahwéh", que luego el traductor traduce por " Yo soy el que soy ", pero el nombre que aparece en el original es YHWH, nunca "Jehová".

3.- ¿De dónde viene entonces el nombre "Jehováh"?
En ningún sitio de la Biblia original hebrea aparece ese nombre. Ya hemos visto que el único nombre que aparece es "YHWH". ¿Cómo entonces hay personas que dicen que el nombre de Dios no es "Yahwéh" sino "Jehováh". Veamos el por qué apareció este nombre de "Jehováh", pero te invito a que tengas en cuenta:
1. El nombre de Dios estaba prohibido pronunciarlo entre los judíos bajo pena de muerte, tal era el respeto que sentían por Dios. ¿Qué hacían entonces ellos (los judíos) cuando en la sinagoga iban leyendo la Biblia y llegaban a un pasaje que contenía la palabra YHWH?
2. Cuando veían escrita esta palabra, ellos pronunciaban la palabra hebrea “ADONAY”, que significa "el Señor".
3. Este proceso de cada vez que ellos veían este nombre de YHWH, lo cambiaban por “ádonay”= "el Señor" tuvo lugar unos 500 años antes del nacimiento de Cristo.
4. Durante muchos siglos los judíos pronunciaban en lugar de Yahwéh, la palabra “ádonay”, ya que ellos consideraban que el nombre de Dios (Yahwéh) era demasiado sagrado para ser pronunciado por una boca humana.

JEHOVÁ NO ES EL NOMBRE VERDADERO DE DIOS.
  Con el paso de los años algunos de los estudiosos hicieron una cosa muy curiosa. Como te habrás fijado la palabra YHWH no tiene letras vocales y sería tremendamente difícil de pronunciar para nosotros. Pues bien, lo que hicieron fue una cosa muy simple: para poder pronunciar YHWH se tomaron las vocales en orden alfabético y se acomodaron entre las consonantes; es decir, A + E las colocaron entre las consonantes YHWH dando como resultado una palabra que sí tiene pronunciación: YaHWéH.
El nombre de Jehová es un acomodo de las vocales de la palabra ADONAY. En el hebreo bíblico, Ádonay se pronunciaba la primera A como una AE, es decir, la pronunciación tiraba más a un “edonay”. Por eso, al tomar las vocales del título sagrado de Dios: ADONAY (El Señor) entre las consonantes del nombre bíblico de Dios tenemos: YHWH + AEdOnAy = YAEHOWAH (Jehováh). Entonces descubrimos que el nombre de "Jehováh" es una combinación de letras de YHWH+AdOnAy. Es por tanto un sobrenombre de Dios, algo así como los equivalentes a “Jefe”, “Señor”, “Amo”, etc., que solemos usar cuando nos dirigimos a una persona muy importante para nosotros, pero no la estamos llamando por su nombre.

UNA OPINIÓN DE ACUERDO COMÚN.
Se sabe que los judíos empezaron a utilizar el nombre de YHWH hacia el año 1500 antes de Cristo, en tiempos de Moisés. Luego empiezan a dejar de pronunciarlo POR RESPETO y se SUSTITUYE tanto al hablarlo como al escribirlo hacia el año 500 antes de Cristo, en la época del Exilio, y comienzan a utilizar la palabra de la lengua hebrea "Adonay", que significa "el Señor". Pero si queremos llegar al punto de nuestra cuestionante: ¿Cuál es el nombre sagrado de Dios?, respondo, de acuerdo a la tradición judía, los fundamentos de las Sagradas Escrituras y las cosas como son, que lo más acertado es llamar a Dios como YAWÉH o YAHVÉH, sin excluir y aceptar JEHOVÁ.

Recuerda que, el nombre propio de Dios es YAHWÉH (YO SOY EL QUE SOY), pero este es un nombre sumamente sagrado y no podemos darnos el lujo de pronunciarlo como pronunciamos el nombre de nuestros conocidos, por eso, al pronunciarlo, hazlo con el debido respeto, como lo que eres, una creatura que se dirige a su Creador; pero si quieres llamarlo tomando en cuenta que en dicho nombre lo estás respetando, llámalo JEHOVÁ (EL SEÑOR); nada más ten en cuenta que este último es un sobrenombre de Dios que utilizan con más frecuencia todas las denominaciones cristianas que no hacen comunión con la Iglesia católica.

No me gustaría que mis amigos y conocidos no-católicos mal interpreten mi opinión, simplemente llamo a las cosas como realmente son y respeto sus creencias y su fe. Recordemos que la fe es una virtud que nos debe de unir, no separar. Dios los bendiga a todos. 




viernes, 18 de enero de 2013

Él nos sigue llamando


Un aniversario

El miércoles 16 pasado, mi comunidad parroquial vivió un momento muy significativo al recibir a tres sacerdotes que habían elegido a Ticul para iniciar el recorrido de sus 25 años como sacerdotes de Cristo: Monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, Pbro. Doctor Jorge Carlos Menéndez Moguel y Pbro. Juan Pablo Mex y Caamal.

Durante la celebración eucarística, los tres sacerdotes expresaron sus pensamientos sobre Ticul y su gente, su devoción particular, su compromiso como parroquia y su incansable oración por las vocaciones sacerdotales y la santificación de los presbíteros…

Esta experiencia fue, más que una simple Misa (que nunca lo es en sentido estricto), me hizo descubrir la urgencia de ser trabajador activo en este gran campo llamado “Viña del Señor”. En ese momento me sentía tan pequeño al mirar dicho campo, pero una fuerza sobrenatural que nacía de mi interior me decía que algo se tiene qué hacer.

El papel más importante no es de una vocación específica, sino la de cada vocación que la hace con amor y según el querer de Dios, quien llama a servirlo en su Iglesia sea como sacerdote, sea como religioso o religiosa o como laico comprometido.

A veces, pensamos que solo los consagrados pueden ser y vivir como santos, pero no nos ponemos a pensar que nosotros como laicos somos protagonistas de nuestras realidades: pues nadie mejor que nosotros conocemos nuestra gente, nuestras familias, nuestros amigos, colaboradores, trabajo, etc. Es por eso que, en medio de tantas voces, todas buenas, pude escuchar (y la sigo escuchando) Aquella Voz que me dice: “No temas, háblales de Mí”. Pero ahora te preguntarás. ¿Y qué tiene qué ver esto con el aniversario sacerdotal? Pues tiene que ver, y mucho: como laicos, debemos tener muy presente aquel momento en el cual el Señor nos salió al encuentro, como lo ha hecho con la samaritana, Zaqueo, Mateo, la mujer pecadora… y les cambió la vida. 

Todos podemos tener la oportunidad de encontrarnos con Él, simplemente hay que querer encontrarlo… Como los enamorados no olvidan el día de su primer encuentro, así nosotros, como fieles cristianos, no debemos olvidar el día en el que el Señor nos llamó a ser sus colaboradores dentro de su Iglesia. 


viernes, 4 de enero de 2013

Oro, Incienso y Mirra


La verdadera devoción a la Epifanía

Se dice que una joven llamada Mercedes solía hacer grandes fiestas cada 6 de enero, en honor a los Tres Reyes Magos: Gaspar, Melchor y Baltazar. 

Ella hacía grandes banquetes ese día; luego de una novena con abundancia de comida, terminaba con una visita al santuario de Tizimín, pero no entraba a Misa, sino que iba a hacer su  “visita a los Reyes”. 

Un día, tuvo un sueño: era como si ella estuviera llegando al portal de Belén, pero en vez de acercarse al Niño Jesús, ella se dirigió a saludar a los Sabios de Oriente que habían llegado casi al mismo tiempo que ella. Entonces el recién nacido lloraba sin cesar. Cuando se dio cuenta de esto, se acercó al Niño Jesús, y le pareció que Él le había dicho: “No te olvides de Mí”. Entonces despertó en ese instante y comprendió que el festejado principal cada 6 de enero, no son los Reyes Magos, sino el Niño Jesús, a quien habían ido a visitar aquellos Sabios de Oriente.

Muchas veces, esto es lo que nos puede pasar: pudiera ser que le damos más importancia a los personajes secundarios, pero al Festejado ni lo saludamos ni lo honramos. La fiesta del 6 de enero recuerda a aquellos Sabios de Oriente que, al ver la estrella, fueron hasta el portal de Belén a adorar al Rey de los Judíos y a ofrecerle sus regalos: oro, incienso y mirra. 

Los regalos son simbólicos: el oro es el reconocimiento de que Jesús es REY; el incienso, es el reconocimiento de que Jesús es DIOS; la mirra es el reconocimiento de que Jesús es verdadero HOMBRE. Por lo cual, como cristianos que somos, podemos hacer de nuestra vida una ofrenda con una triple relación de entrega a modo de compromiso:

1. Ayudar a alguien necesitado, con mucho cariño y respeto, para ofrecerle el oro de mi amor al Niño Jesús.

2. Comprometerme a rezar una oración en familia, todos los días del mes, o meditar el Santo Rosario de manera personal, para ofrecerle al Niño Jesús el incienso de mi fe.

3. Intentar vencer mi egoísmo y mis limitaciones personales que me impiden ser mejor esposo(a), hijo(a), amigo(a), trabajador(a), estudiante... para ofrecerle la mirra de mi vida al Niño Jesús.


Recuerda que el importante en esta celebración es Jesús, a quien van a visitar por los Sabios de Oriente, y no los peregrinos que habían ido a llevarle sus ofrendas de oro, incienso y mirra.